sábado, 12 de junio de 2010

Testimonio | sacerdotal




“LA ÚLTIMA CIMA”
La única película en cines que habla bien de los curas



A principios de junio se ha estrenado en salas de cine de España la película LA ÚLTIMA CIMA, un largometraje documental sobre Pablo Domínguez, sacerdote madrileño que falleció en febrero de 2009 en un accidente, al descender la cima del Moncayo. Tenía 42 años.

No es fácil encontrar hoy, en los medios de comunicación, modelos de buenos sacerdotes. En cambio, abunda la información, exhaustiva y detallada, sobre sacerdotes que dan ejemplo de mal comportamiento. Sabemos casi todo sobre ellos, gracias al trabajo de muchos periodistas, guionistas y directores.

LA ÚLTIMA CIMA muestra un tipo de sacerdote del que nadie habla: los sacerdotes generosos, alegres, serviciales, humildes… Sacerdotes anónimos que sirven a Dios, sirviendo a los demás. Pablo es, nada más y nada menos, que un buen cura.

Tras haber constatado de qué modo LA ÚLTIMA CIMA conmueve a todo tipo de espectadores (creyentes y no creyentes), se te invita a ver la película en el cine, y a compartir esta invitación con tus amistades y conocidos.

Si quieres saber más sobre la película (dónde verla, críticas, etc) visita la página: www.laultimacima.com

Aquí se te deja un breve resumen de la película:

“Pablo, sacerdote, sabía que iba a morir joven y deseaba hacerlo en la montaña.

Entregó su vida a Dios… y Dios aceptó la oferta. Ahora dicen que está vivo.

Pablo era conocido y querido por un número incalculable de personas, que han dejado constancia de ello después de su muerte.

LA ÚLTIMA CIMA muestra la huella profunda que puede dejar un buen sacerdote, en las personas con las que se cruza. Y provoca en el espectador una pregunta comprometedora: ¿también yo podría vivir así?”

miércoles, 9 de junio de 2010

Testimonio | Lolo


Fue un Joven de Acción Católica, periodista y escritor, comunicador de alegría a los jóvenes desde su invalidez.

Nació en Linares (Jaén, España) en 1920, a los 22 años una parálisis progresiva le sentó en un sillón de ruedas, su inmovilidad fue total, sus últimos nueve años también ciego.

LOLO fue un joven seglar, un cristiano que se tomó en serio el Evangelio, o como decía de él Martín Descalzo: “Se dedicaba a ser cristiano, se dedicaba a creer”.

Pero este joven de Acción Católica, que mantuvo la perenne alegría en su permanente sonrisa, “varón de dolores” y sin embargo sembrador de alegría en los cientos de jóvenes y adultos que se acercaban a él en busca de consejo, tenía un secreto: “Hacía vivir la alegría en el dolor”.

La vigencia de un hombre, después de su muerte, está en función de lo que fue o de lo que hizo, y aunque "LOLO" solo fue físicamente un remedo de hombre, pues permaneció más de 25 años inmóvil, anclado en un sillón de ruedas, ciego durante los últimos nueve de su vida, y sometido a constantes y lacerantes dolores, hizo cosas insospechadas y sorprendentes, como trabajar con jóvenes, fundar revistas y, sobre todo, escribir.

"LOLO" escribió de todo: artículos de prensa, cuentos, cartas, ensayos y, principalmente, libros. Nueve libros profundos y, al propio tiempo, súper amenos, en los que habla de todo, pero esencialmente del dolor, y no con resignación, ni con la obligada aceptación que impone su atadura, sino con alegría, con la convicción de que el sufrimiento era el vehículo ideado por Dios para él, para su realización y salvación

La figura que veréis, en las fotos dentro de esta página, no esta amañada, ni es un trucaje hábil para incitar a la compasión. Es la figura de un hombre que estuvo así más de 25 años y que, aunque parezca paradójico, encaró la vida con alegría.

Si no te seduce lo que te hemos dicho, pasa de página, y, si te seduce, te animamos a que sigas leyendo.

Ya que esta página es un vehículo para difundir la figura de un hombre que está llamado a ser el gran Santo del Siglo XXI, te invitamos a que leas algún escrito de "LOLO".

lunes, 7 de junio de 2010

Corpus Christi | orígenes

A fines del siglo XIII surgió en Lieja, Bélgica, un Movimiento Eucarístico cuyo centro fue la Abadía de Cornillón fundada en 1124 por el Obispo Albero de Lieja. Este movimiento dio origen a varias costumbres eucarísticas, como por ejemplo la Exposición y Bendición con el Santísimo Sacramento, el uso de las campanillas durante la elevación en la Misa y la fiesta del Corpus Christi.

Santa Juliana de Mont Cornillón, por aquellos años priora de la Abadía, fue la enviada de Dios para propiciar esta Fiesta. La santa nace en Retines cerca de Liège, Bélgica en 1193. Quedó huérfana muy pequeña y fue educada por las monjas Agustinas en Mont Cornillon. Cuando creció, hizo su profesión religiosa y más tarde fue superiora de su comunidad. Murió el 5 de abril de 1258, en la casa de las monjas Cistercienses en Fosses y fue enterrada en Villiers.

Desde joven, Santa Juliana tuvo una gran veneración al Santísimo Sacramento. Y siempre anhelaba que se tuviera una fiesta especial en su honor. Este deseo se dice haber intensificado por una visión que tuvo de la Iglesia bajo la apariencia de luna llena con una mancha negra, que significaba la ausencia de esta solemnidad.

Juliana comunicó estas apariciones a Mons. Roberto de Thorete, el entonces obispo de Lieja, también al docto Dominico Hugh, más tarde cardenal legado de los Países Bajos y a Jacques Pantaleón, en ese tiempo archidiácono de Lieja, más tarde Papa Urbano IV.

El obispo Roberto se impresionó favorablemente y, como en ese tiempo los obispos tenían el derecho de ordenar fiestas para sus diócesis, invocó un sínodo en 1246 y ordenó que la celebración se tuviera el año entrante; al mismo tiempo el Papa ordenó, que un monje de nombre Juan escribiera el oficio para esa ocasión. El decreto está preservado en Binterim (Denkwürdigkeiten, V.I. 276), junto con algunas partes del oficio.

Mons. Roberto no vivió para ver la realización de su orden, ya que murió el 16 de octubre de 1246, pero la fiesta se celebró por primera vez al año siguiente el jueves posterior a la fiesta de la Santísima Trinidad. Más tarde un obispo alemán conoció la costumbre y la extendió por toda la actual Alemania.

El Papa Urbano IV, por aquél entonces, tenía la corte en Orvieto, un poco al norte de Roma. Muy cerca de esta localidad se encuentra Bolsena, donde en 1263 o 1264 se produjo el Milagro de Bolsena: un sacerdote que celebraba la Santa Misa tuvo dudas de que la Consagración fuera algo real. Al momento de partir la Sagrada Forma, vio salir de ella sangre de la que se fue empapando en seguida el corporal. La venerada reliquia fue llevada en procesión a Orvieto el 19 junio de 1264. Hoy se conservan los corporales -donde se apoya el cáliz y la patena durante la Misa- en Orvieto, y también se puede ver la piedra del altar en Bolsena, manchada de sangre.

El Santo Padre movido por el prodigio, y a petición de varios obispos, hace que se extienda la fiesta del Corpus Christi a toda la Iglesia por medio de la bula "Transiturus de hoc mundo" del 8 septiembre del mismo año, fijándola para el jueves después de la octava de Pentecostés y otorgando muchas indulgencias a todos los fieles que asistieran a la Santa Misa y al oficio.

Luego, según algunos biógrafos, el Papa Urbano IV encargó un oficio -la liturgia de las horas- a San Buenaventura y a Santo Tomás de Aquino; cuando el Pontífice comenzó a leer en voz alta el oficio hecho por Santo Tomás, San Buenaventura fue rompiendo el suyo en pedazos.

La muerte del Papa Urbano IV (el 2 de octubre de 1264), un poco después de la publicación del decreto, obstaculizó que se difundiera la fiesta. Pero el Papa Clemente V tomó el asunto en sus manos y, en el concilio general de Viena (1311), ordenó una vez más la adopción de esta fiesta. En 1317 se promulga una recopilación de leyes -por Juan XXII- y así se extiende la fiesta a toda la Iglesia.

Ninguno de los decretos habla de la procesión con el Santísimo como un aspecto de la celebración. Sin embargo estas procesiones fueron dotadas de indulgencias por los Papas Martín V y Eugenio IV, y se hicieron bastante comunes a partir del siglo XIV.

La fiesta fue aceptada en Cologne en 1306; en Worms la adoptaron en 1315; en Strasburg en 1316. En Inglaterra fue introducida de Bélgica entre 1320 y 1325. En los Estados Unidos y en otros países la solemnidad se celebra el domingo después del domingo de la Santísima Trinidad.

En la Iglesia griega la fiesta de Corpus Christi es conocida en los calendarios de los sirios, armenios, coptos, melquitas y los rutinios de Galicia, Calabria y Sicilia.

Finalmente, el Concilio de Trento declara que muy piadosa y religiosamente fue introducida en la Iglesia de Dios la costumbre, que todos los años, determinado día festivo, se celebre este excelso y venerable sacramento con singular veneración y solemnidad; y reverente y honoríficamente sea llevado en procesión por las calles y lugares públicos. En esto los cristianos atestiguan su gratitud y recuerdo por tan inefable y verdaderamente divino beneficio, por el que se hace nuevamente presente la victoria y triunfo de la muerte y resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.

miércoles, 2 de junio de 2010

Testimonio | misionero

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CARTA DE UN MISIONERO ESPAÑOL
AL NEW YORK TIME

Abril, 2010

Querido hermano y hermana periodista:

Soy un simple sacerdote católico. Me siento feliz y orgulloso de mi vocación. Hace veinte años que vivo en Angola como misionero.

Me da un gran dolor por el profundo mal que personas que deberían de ser señales del amor de Dios, sean un puñal en la vida de inocentes. No hay palabra que justifique tales actos. No hay duda que la Iglesia no puede estar, sino del lado de los débiles, de los más indefensos. Por lo tanto todas las medidas que sean tomadas para la protección, prevención de la dignidad de los niños será siempre una prioridad absoluta.

Veo en muchos medios de información, sobre todo en vuestro periódico la ampliación del tema en forma morbosa, investigando en detalles la vida de algún sacerdote pedófilo. Así aparece uno de una ciudad de USA, de la década del 70, otro en Australia de los años 80 y así de frente, otros casos recientes… Ciertamente todo condenable! Se ven algunas presentaciones periodísticas ponderadas y equilibradas, otras amplificadas, llenas de preconceptos y hasta odio.

¡Es curiosa la poca noticia y desinterés por miles y miles de sacerdotes que se consumen por millones de niños, por los adolescentes y los más desfavorecidos en los cuatro ángulos del mundo! Pienso que a vuestro medio de información no le interesa que yo haya tenido que transportar, por caminos minados en el año 2002, a muchos niños desnutridos desde Cangumbe a Lwena (Angola), pues ni el gobierno se disponía y las ONG’s no estaban autorizadas; que haya tenido que enterrar decenas de pequeños fallecidos entre los desplazados de guerra y los que han retornado; que le hayamos salvado la vida a miles de personas en Moxico mediante el único puesto médico en 90.000 km2, así como con la distribución de alimentos y semillas; que hayamos dado la oportunidad de educación en estos 10 años y escuelas a más de 110.000 niños...

No es de interés que con otros sacerdotes hayamos tenido que socorrer la crisis humanitaria de cerca de 15.000 personas en los acuartelamientos de la guerrilla, después de su rendición, porque no llegaban los alimentos del Gobierno y la ONU. No es noticia que un sacerdote de 75 años, el P. Roberto, por las noches recorra las ciudad de Luanda curando a los chicos de la calle, llevándolos a una casa de acogida, para que se desintoxiquen de la gasolina, que alfabeticen cientos de presos; que otros sacerdotes, como P. Stefano, tengan casas de pasaje para los chicos que son golpeados, maltratados y hasta violentados y buscan un refugio. Tampoco que Fray Maiato con sus 80 años, pase casa por casa confortando los enfermos y desesperados. No es noticia que más de 60.000 de los 400.000 sacerdotes, y religiosos hayan dejado su tierra y su familia para servir a sus hermanos en una leprosería, en hospitales, campos de refugiados, orfanatos para niños acusados de hechiceros o huérfanos de padres que fallecieron con Sida, en escuelas para los más pobres, en centros de formación profesional, en centros de atención a cero positivos… o sobretodo, en parroquias y misiones dando motivaciones a la gente para vivir y amar.

No es noticia que mi amigo, el P. Marcos Aurelio, por salvar a unos jóvenes durante la guerra en Angola, los haya transportado de Kalulo a Dondo y volviendo a su misión haya sido ametrallado en el camino; que el hermano Francisco, con cinco señoras catequistas, por ir a ayudar a las áreas rurales más recónditas hayan muerto en un accidente en la calle; que decenas de misioneros en Angola hayan muerto por falta de socorro sanitario, por una simple malaria; que otros hayan saltado por los aires, a causa de una mina, visitando a su gente. En el cementerio de Kalulo están las tumbas de los primeros sacerdotes que llegaron a la región… Ninguno pasa los 40 años.

No es noticia acompañar la vida de un Sacerdote “normal” en su día a día, en sus dificultades y alegrías consumiendo sin ruido su vida a favor de la comunidad que sirve.

La verdad es que no procuramos ser noticia, sino simplemente llevar la Buena Noticia, esa noticia que sin ruido comenzó en la noche de Pascua. Hace más ruido un árbol que cae que un bosque que crece.

No pretendo hacer una apología de la Iglesia y de los sacerdotes. El sacerdote no es ni un héroe ni un neurótico. Es un simple hombre, que con su humanidad busca seguir a Jesús y servir sus hermanos. Hay miserias, pobrezas y fragilidades como en cada ser humano; y también belleza y bondad como en cada criatura…

Insistir en forma obsesionada y persecutoria en un tema perdiendo la visión de conjunto crea verdaderamente caricaturas ofensivas del sacerdocio católico en la cual me siento ofendido.
Sólo le pido amigo periodista, busque la Verdad, el Bien y la Belleza. Eso lo hará noble en su profesión.

En Cristo,

P. Martín Lasarte sdb
(Angola – domboscolwena@hotmail.com)

martes, 1 de junio de 2010

Corpus Christi | Obispo de Jaén


Carta Pastoral del Sr. Obispo de Jaén
LA IGLESIA ACOGE A LOS POBRES
«Corpus Christi, día de la Caridad»

El domingo, 6 de junio, celebramos la gran fiesta cristiana del Corpus Christi y la Iglesia en España celebra también el Día de la Caridad.

“Ofrece, sin pedir nada a cambio”, es el lema para esta jornada anual. Se pone este ofrecimiento generoso en relación directa con la Eucaristía.

En la Carta Apostólica Mane Nobiscum Domine explicaba el querido y venerado Pontífice, Juan Pablo II, que la Eucaristía no sólo es expresión de comunión en la vida de la Iglesia, sino también proyecto de solidaridad para toda la humanidad. En la celebración eucarística, la Iglesia renueva su conciencia de ser signo e instrumento de la íntima unión con Dios y de la unidad también del género humano.

Añadía el Papa que hay un aspecto que refleja especialmente la autenticidad y eficacia de nuestras celebraciones eucarísticas: si desde ellas nos vemos impulsados “a un compromiso activo por la edificación de una sociedad más justa y fraterna” (n. 27).

Esta es la razón fundamental de unir a las celebraciones de la solemnidad del Corpus Christi, el Día de la Caridad. Sin la Caridad, la Eucaristía será siempre un culto vacío, y la Caridad, sin la Eucaristía, se reducirá a pura filantropía y acción social. Para el cristiano el cuerpo de Cristo, partido y repartido, y su Sangre, derramada en la cruz, serán siempre su alimento espiritual como signo y fuente perenne de nueva vida. La Eucaristía es prenda de vida eterna (cf. Jn 8, 55) y manantial inagotable de amor fraterno.

Es el Hijo de Dios quien se nos ofrece sin pedir nada a cambio, y esa misma moneda de amor es la que el cristiano ofrece al necesitado, de bienes, de ideas, de sentimientos, de vida, de amor...

Los gozos y esperanzas, angustias y tristezas de los hombres y mujeres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres, deben encontrar siempre un eco sonoro y respuesta generosa en el corazón del discípulo de Cristo y de su Iglesia.

Desde los tiempos de Jesús, la comunidad cristiana, ha procurado estar siempre apoyando en los pobres de todos los tiempos. Sin los pobres, el mensaje de Jesucristo no se entendería. También en nuestros días caminamos los cristianos en esta dirección.

Decía hace pocas fechas, el Papa Benedicto XVI en su reciente viaje a Malta, y se lo decía a los jóvenes cristianos: “hemos de socorrer al pobre, al débil, al marginado. Tenemos que preocuparnos especialmente por los que pasan momentos de dificultad. Debemos atender a los discapacitados y hacer todo lo posible para promover la dignidad y calidad de vida en todos los que precisan ayuda. Debemos prestar atención a las necesidades de los inmigrantes y de quienes buscan asilo en nuestra tierra. Tender una mano amiga a creyentes y no creyentes. Es nuestra vocación del amor que hemos recibido...” (18 de abril de 2010). Pero antes había fundamentado este proceder cristiano: “en la muerte y resurrección de Jesús, que se hace presente cada vez que celebramos la Misa, en que ofrece a todos la vida en abundancia”.

Acercarnos al que se queja, aportar nuestro bálsamo, desprendernos de unos denarios, implica hacer el bien, hacer presente a Cristo en esos rostros y ver a Dios en sus vidas.

En estos momentos las peticiones a Cáritas nos desbordan. “Envíenos alimentos” me decía hace pocas fechas una voluntaria de Cáritas en una Parroquia. Se agotan los recursos para “dar de comer al hambriento” y, el Señor, en esos hermanos nos tiende su mano y solicita amor.

El programa organizado de la Caridad en nuestra Iglesia es la tarea de las Cáritas, en todo su conjunto. Gracias a sus responsables y voluntariado. Gracias por tanta generosidad en “ofrecer lo que tenemos, sin pedir nada a cambio”. La Caridad todo lo puede.

Con mi saludo agradecido y bendición.

RAMÓN DEL HOYO LÓPEZ
Obispo de Jaén