jueves, 9 de diciembre de 2010

Felicitación de Navidad | Obispo de Jaén


UNA LUZ NUEVA

¿Qué es la Navidad? Son muchas las respuestas que se dan a esa pregunta. También entre nosotros.

Para un no pequeño número de personas no es más que una excusa para el ajetreo, viajes, negocios, compras… adornada con tradiciones sentimentales en las que se ha dejado de creer. No aceptan que Dios y el hombre sean reconciliables. No necesitan de Él.

Otros muchos, a la inversa, creen que la Navidad son unos días en los que una luz nueva penetra con su brillo especial en muchos corazones y hogares. Unos días en los que llega hasta nosotros un Mensaje siempre nuevo: el Amor de Dios por ti, por todos, hecho Niño. Unos días en los que la luz de aquel Portal de Belén continúa extendiendo sus destellos a favor de toda la humanidad con un mensaje siempre nuevo e incombustible: “Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor” (Lc 2, 14).

Por eso puede decirse que la Navidad es un tiempo en que se incrementa la bondad y la disposición para pensar en los demás, para darles una señal de amor que siempre encierra nuestro interior lo más noble de nuestro ser.

En la Navidad cristiana cobran también vida costumbres heredadas de nuestras familias, vividas desde la infancia, que nos resistimos a perder: felicitaciones, reuniones entrañables, recuerdos, el canto de villancicos, la misa del “Gallo” en la media noche y la de Pascua de Navidad, despedida y entrada del Año Nuevo en manos de Dios, regalos y adoración, como los Magos de Oriente, ante el Niño que nació en Belén.

¡Cuánto empeño en algunos por romper esta cultura cristiana por llevarnos a tiempos de paganismo!

El Apóstol San Pablo les decía a los primeros cristianos de la Ciudad de Roma: “Ya es hora que despertéis del sueño… la noche está muy avanzada, el día se acerca. Despojémonos, pues, de la obras de las tinieblas y revistámonos de las armas de la luz. Caminemos como en pleno día: con decencia, no en orgías ni en borracheras; no en fornicaciones ni lujurias; no en discordias ni envidias. Al contrario, revestíos del Señor Jesucristo y no pongáis vuestro afán en la satisfacción de los deseos de la carne” (Rom 13, 11- 14).

Quería San Pablo sacar de la noche, del sueño constante del ser humano, a aquellos cristianos. La “orgía” es la imagen del mundo pagano que se hunde en lo material y permanece en la tiniebla de la ausencia de verdades. En medio del bullicio y la agitación son muchas las personas están solas, perdidas y sin esperanza.

La Navidad cristiana es precisamente para levantarnos del sueño, del conformismo fácil y abrazarnos con el coraje de la fe, a nuestra rica vocación humana, que se enaltece a la luz y la verdad que, nos ofrece este Niño Dios. Es la luz nueva también de esta Navidad.

Nada se le había perdido a Dios en nuestro mundo, pero hizo esta opción de amor por cada persona y se encarnó sin dejar su divinidad. Por eso nada hay más trágico para el hombre que sentir a este Niño Dios como rival, aceptar que Dios y el hombre son irreconciliables. Gran mentira, por mucho que se repita y algunos traten de imponernos.

Somos muchos los que vivimos la verdad de la Nochebuena: Dios se hace Niño por nosotros y es nuestro mejor Amigo y Salvador. Por eso mismo, sin exclusivismos y para todos,

¡Feliz Navidad!

+ RAMÓN DEL HOYO LÓPEZ, Obispo de Jaén

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Inmaculada Concepción


La Inmaculada Concepción
fue nombrada
Patrona de España hace 250 años

El rey Carlos III, accediendo a los deseos manifestados por las Cortes; tomó como universal Patrona de toda la monarquía a la Santísima Virgen en su Inmaculada Concepción; a instancias de este monarca, el Papa Clemente XIII, por Breve de 8 de noviembre de 1760, confirma este Patronato de María en todos los dominios de España; manda que todo el clero, secular y regular, celebre la fiesta de la Inmaculada Concepción bajo el rito doble de primera clase y con octava y concede indulgencia plenaria y remisión de todos los pecados a los fieles que, debidamente dispuestos, visiten aquel día cualquier templo dedicado a Dios en honor de su Santísima Madre.

Con otro Breve amplia y extiende a el clero el oficio y misa de la Concepción, como practicaba ya la Orden seráfica.

Finalmente, con otro Breve autoriza Clemente XIII para que en la Letanía lauretana, después de decir "Mater intemerata", se añada "Mater inmaculata".

Más tarde el Romano Pontífice Gregorio XVI, a instancias del Cardenal Arzobispo de Sevilla, concedió que en la misma Letania se diga "Regina sine labe original concepta".

martes, 7 de diciembre de 2010

Concilio Vaticano II | El diaconado

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El diaconado: legado del Concilio Vaticano II

1. Uno de los grandes legados del Concilio Vaticano II fue el restablecimiento y estímulo de la orden de diáconos en toda la Iglesia Católica. La decisión del Concilio sobre el diaconado emanó de las charlas sobre la naturaleza sacramental de la Iglesia. Los Padres del Concilio presentaron en imágenes concisas, descriptivas y complementarias una amplia enseñanza del magisterio: la Iglesia es “misterio”, “sacramento”, “comunión” y “misión”. La Iglesia es “como sacramento o señal e instrumento de la íntima unión con Dios y de la unidad de todo el género humano . . .” “La Iglesia…con todo su ser y en todos sus miembros ha sido enviada para anunciar y dar testimonio, para actualizar y extender el Misterio de la Comunión de la Santísima Trinidad”. Este “mandato misionero” es el sagrado derecho y obligación de la Iglesia. Por la proclamación de la palabra de Dios, en celebraciones sacramentales y en respuesta a las necesidades de los demás, especialmente en su ministerio de caridad y justicia, “la Iglesia es instrumento de Cristo . . . ‘sacramento universal de salvación’, por medio del cual Cristo ‘manifiesta y realiza al mismo tiempo el misterio del amor de Dios al hombre.’”

Un ministerio apostólico

2. Al centro de las enseñanzas del Concilio Vaticano II sobre la Iglesia está el servicio o ministerio encomendado por Cristo a los apóstoles y a sus sucesores. El obispado “es un verdadero servicio, y en la Sagrada Escritura se llama muy significativamente ‘diakonía’ o sea ministerio.” Los padres del Concilio enseñan que los obispos, con la ayuda de los sacerdotes y los diáconos, han tomado, por divina institución, el lugar de los apóstoles como pastores de la Iglesia. Los sacerdotes y los diáconos son considerados participantes complementarios pero subordinados en el ministerio apostólico encomendado por Cristo a los apóstoles, con Pedro como su cabeza, y continuado mediante sus sucesores, los obispos, en unión con el Romano Pontífice. Refiriéndose a las Órdenes Sagradas como uno de los sacramentos “al servicio de la comunión” (al igual que el Matrimonio), el Catecismo de la Iglesia Católica enseña que estos dos sacramentos “están ordenados a la salvación de los demás. Contribuyen ciertamente a la propia salvación, pero esto lo hacen mediante el servicio que prestan a los demás. Confieren una misión particular en la Iglesia y sirven a la edificación del Pueblo de Dios.”

El ministerio de servicio del diaconado está ligado a la dimensión misionera de la Iglesia

3. En la Constitución dogmática sobre la Iglesia, el Decreto sobre la actividad misionera de la Iglesia, y el Decreto sobre las iglesias orientales, el Concilio Vaticano II restableció el Diaconado “como grado propio y permanente en la jerarquía.” La Sagrada Orden de Diáconos debe ser “una fuerza impulsadora al servicio de la Iglesia o diakonía en las comunidades cristianas locales, y como un signo o sacramento del mismo Cristo que ‘vino no a ser servido sino a servir’”. “La dimensión del servicio está unida a la dimensión misionera de la Iglesia; es decir, el esfuerzo misionero del diácono abraza el servicio de la palabra, de la liturgia y de la caridad, que a su vez se realizan en la vida cotidiana. La misión se extiende al testimonio de Cristo también en el eventual ejercicio de una profesión laical”. Además, “tampoco falte la perspectiva de la misión ad gentes, si las circunstancias lo requiriesen y permitieran”. En su renovación, la Orden de Diáconos se restaura permanentemente en la Iglesia como “icono vivo de Cristo siervo”.

4. Después de la clausura del Concilio Vaticano II, el Papa Pablo VI formalmente implementó la restauración del Diaconado. En su carta apostólica Sacrum Diaconatus Ordinem, él restablece el Orden de Diáconos como un ministerio permanente en la Iglesia Católica. La constitución apostólica Pontificalis Romani Recognito promulgó nuevos ritos litúrgicos para conferir el Sacramento de las Órdenes Sagradas a obispos, sacerdotes y diáconos del rito latino. La carta apostólica Ad Pascendum establece normas concernientes al Orden de Diáconos. La carta apostólica Ministeria Quaedam se refiere a la supresión en el rito latino de la primera tonsura, las órdenes menores y el subdiaconado; establece normas para ingresar en el estado clerical; e instituye los ministerios de lectorado y acolitado.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Santo Rosario | Amo y rezo

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CAMPAÑA “YO AMO Y REZO EL ROSARIO”
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Un grupo de católicos, ante la preocupante situación moral, social y política de nuestro país, y la incapacidad para cambiar esta dinámica, convencidos de que sólo con la ayuda de Dios se podrá construir una sociedad más justa y solidaria, han lanzado una campaña para extender el rezo del Santo Rosario entre los diversos grupos y comunidades de nuestras diócesis.

Coincidiendo con los meses de mayo y de octubre últimos, se reanudan sus campañas que tienen como objetivo animar a todos los católicos a pedir la ayuda y protección de Nuestra Madre, la Virgen María, a través de la oración, creando grupos para rezar el Rosario en las parroquias, asociaciones, movimientos, grupos y centros educativos.

Para animar, difundir y como recordatorio de esta campaña, se ha elaborado diverso material con el título “Yo amo y rezo el rosario”, con los misterios y las letanías a la Santísima Virgen para ayudar a rezar esta oración.
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domingo, 28 de noviembre de 2010

Adviento | Obispo de Jaén



Carta Pastoral del Sr. Obispo de Jaén
VIVIR CON ESPERANZA CRISTIANA
"para Adviento"

Queridos fieles diocesanos:

Cada vez que la comunidad cristiana se prepara para recordar y celebrar “el Nacimiento de Jesús en Belén de Judá, en tiempos del Rey Herodes” (Mt 2, 1), siente una sensación de alegría y de esperanza para recibirle, desde la intimidad, y celebrar con los demás tan decisivo acontecimiento.

1. Año tras año celebramos este hecho histórico, el nacimiento del Hijo de Dios, nacido de la Virgen María, en la plenitud de los tiempos. Pero le hacemos también presente y nos arrodillamos ante su presencia eucarística, “nueva gruta de Belén”, y cantamos ante su imagen, miramos sus ojos de Niño Dios... Renovamos nuestra vida para construir un mundo distinto desde su presencia liberadora en el amor. El Adviento eleva asimismo nuestra mirada hacia la meta final de nuestra corta historia y a nuestro encuentro definitivo con el Señor. Vendrá Jesús al final de esta historia. Él nos ha preparado una morada feliz y para siempre.

2. Pensemos durante este tiempo litúrgico del Adviento que el Señor desea hospedarse en nuestras casas y que llama a la puerta de nuestros corazones. Quiere seguir naciendo en la historia humana a través de nuestras vidas. Busca una mirada en los pobres y sencillos que le hacen sitio en su posada.

El Espíritu Santo que formó a Jesús hombre perfecto, en el seno de la Virgen, continúa llevando a cabo en nosotros, si permanecemos despiertos y dóciles a sus inspiraciones, el admirable proyecto de Dios que transforma nuestra pobre existencia. En cada uno de los que le reciben y acuden al portal se realiza, diríamos, se renueva toda la obra de la creación y de la redención. Eso sí es Navidad.

3. La Purísima Concepción, figura primera del Adviento, será nuestra ayuda y norte para conseguir estos propósitos.

María Santísima esperaba con gran ilusión, junto con todo el Pueblo de Israel, la venida del Mesías, del Salvador, pero no podía ni imaginar cómo se realizaría su venida. Por eso “se turbó” cuando supo por el Arcángel San Gabriel que el Señor quería encarnarse precisamente en ella. La había preparado desde su concepción. María Virgen, con un gran acto de fe y de obediencia, dijo “sí”. “He aquí la esclava del Señor”, y se convirtió en “morada y templo” del Hijo de Dios, en “puerta” para que el Señor entrara en la tierra y se hiciera hombre.

Que la intercesión de esta Purísima Madre nos ayude para recibir a su Hijo en la próxima Navidad, caminar de su mano durante esta preparación del Adviento y siempre, desde la fe y esperanza que se traducen en amor cristiano, ser “puerta” también de su venida para otros hermanos nuestros.

Os saluda y bendice.

+ RAMÓN DEL HOYO LÓPEZ
OBISPO DE JAÉN

jueves, 25 de noviembre de 2010

Benedicto XVI

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Oración por la vida naciente en unión con Benedicto XVI
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En una decisión que resulta histórica, el Papa ha convocado para el 27 de noviembre a todos los católicos del mundo a una Vigilia de oración en defensa de la vida que se encuentra por nacer. Ese mismo día el Santo Padre celebrará en la Basílica de San Pedro una solemne “Vigilia por la vida naciente” coincidiendo con las Primeras Vísperas del primer Domingo de Adviento en el marco de la cercana solemnidad de la Natividad de Nuestro Señor Jesucristo. La Vigilia comprenderá, además de las Vísperas, también la adoración eucarística, para agradecer al Señor que, “con el don total de sí mismo, ha dado sentido y valor a toda vida humana y para invocar su protección sobre cada ser humano llamado a la existencia”.

En el mensaje de convocatoria se señala que: “Todos nosotros somos concientes de los peligros que amenazan hoy la vida humana a causa de la cultura relativista y utilitarista que ofusca la percepción de la dignidad propia de cada persona humana, cualquiera que sea el estadio de su desarrollo. Estarnos llamados más que nunca a ser 'el pueblo de la vida' (Juan Pablo II, Encíclica Evangelium vitae, n. 79) con la oración y el compromiso".

El Santo Padre ha pedido que en las Iglesias particulares los Obispos presidan celebraciones análogas e involucren a las parroquias, a las comunidades religiosas, a las asociaciones y a los movimientos a sumarse a esta vigilia universal en defensa de la vida naciente.

martes, 23 de noviembre de 2010

Diócesis de Tucci | Obispo de Tucci

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Mons. Stanislaw Kedziora
- Obispo de Tucci -
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Actualmente ostenta el título de: Obispo titular de Tucci *
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Y, es: Obispo auxiliar de Varsovia-Praga
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Biografía:
+ 6-diciembre-1934, nació en Seligów [Polonia]
+ 3- agosto-1958, fue ordenado sacerdote de Varsovia [Polonia]
+ 11- marzo-1987, fue nombrado Obispo auxiliar de Varsovia [Polonia]
+ 11- marzo-1987, fue nombrado Obispo titular de Tucci
+ 25- marzo-1987, fue ordenado Obispo titular de Tucci
+ 25- marzo-1992, fue nombrado Obispo auxiliar de Varsovia-Praga [Polonia]
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* Los obispos titulares, llamados obispos In partibus Infidelium, son aquellos que no tienen responsabilidad territorial y se los designa para ayudar a algún obispo ordinario. Estos son los obispos auxiliares y los obispos coadjutores. Para proceder a su consagración se los crea "titulares" de una antigua diócesis, que esté hoy desaparecida. También se consagran obispos titulares a quienes forman la jerarquía de la Curia romana y de la diplomacia vaticana, sin responsabilidades en la cura de almas.

domingo, 21 de noviembre de 2010

Diócesis de Tucci | Diócesis de Jaén

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HISTORIA DE LA DIÓCESIS DE JAÉN

La Diócesis de Jaén en la actualidad coincide territorialmente con la Provincia civil del mismo nombre. En 1954 pasa a la Diócesis de Jaén el arciprestazgo de Cazorla, perteneciente hasta esa fecha al Arzobispado de Toledo. A partir de esa fecha, coinciden los límites territoriales de la Diócesis de Jaén con los de la Provincia civil del mismo nombre.

La extensión superficial de la Diócesis de Jaén es de 13.497'5 Km2 y tiene un total de 96 municipios y 632.205 habitantes de derecho (al 31-III-1.991). Limita al Norte con la Diócesis de Ciudad de Real; al Este con las de Albacete y Guadix-Baza; al Sur, con la Archidiócesis de Granada; y al Oeste, con la Diócesis de Córdoba. Al Norte de la Provincia está el Sistema Bético o Sierra Morena, llamada así por el color oscuro de sus montañas. Dentro de Sierra Morena está el desfiladero de Despeñaperros que sirve de comunicación de Castilla con Andalucía. En la parte Oriental de la Diócesis está la comarca del Condado o Loma de Chiclana y en el centro de la provincia está la Loma de Úbeda que ya es un ramal del Sistema Ibérico. Al Suroeste está la Sierra de Cazorla, que es un extremo de la Cordillera Ibérica. Continuando hacia el Norte de la Sierra de Cazorla se encuentra la Sierra de Segura, desigual y quebrada con grandes árboles y bellísimos paisajes. Su altura máxima es de 1.967 m. Al Sur de la Provincia están las Sierras de Cabra del Santo Cristo y Sierra Mágina. En esta última está el punto más alto de la Provincia con 2.167 m., y que une con la Pandera y Jabalcuz, ya en las inmediaciones de Jaén-Capital. De este modo puede verse que la provincia entera está vertebrada por sierras excepto un pequeño espacio en los confines con Córdoba. El principal río de la provincia es el Guadalquivir que nace dentro de los límites provinciales y atraviesa 1a provincia de Este a Oeste. También el Río Segura tiene su nacimiento dentro de los límites provinciales, en la Sierra de Pontones, dando límite a Jaén con Albacete.

Catedral de Jaén

La Catedral de Jaén se levantó sobre la mezquita principal, ya en tiempos de Fernando III, y se dedicó a la Asunción de la Virgen María.

Siendo Obispo D. Nicolás de Viedma, se derribó la mezquita y se hizo en el mismo lugar un nuevo templo que perduró alrededor de un siglo, pues el Obispo D. Luis Osorio y, posteriormente, D. Alonso Suárez acometen su demolición y la nueva construcción, que fue proyectada en estilo gótico.

Sin embargo, siendo Obispo el Cardenal Esteban Gabriel Merino, natural de Santisteban del Puerto, coetáneo de los mejores artistas italianos del "Quinientos", se acometió la definitiva construcción de la actual catedral, dirigida principalmente por Andrés de Vandelvira, en el más puro estilo renacentista. Es una obra realizada con el fin de hacer un "santuario al Santo Rostro".

Historia diocesana

La historia diocesana se remonta a los primeros años del cristianismo ya que en tierras de la actual Diócesis de Jaén aparecen Iglesias fundadas en los comienzos de la fe cristiana de España.

Los siete varones, de los que uno de ellos es San Eufrasio que crea la sede de Iliturgi (Andújar), crean distintas diócesis en la Provincia Bética en la época romana. Estos siete varones fueron enviados por Pedro y Pablo a España, según cuentan las "Actas", documentos del s. VIII que, aunque legendarios, indican un fondo histórico que pone de relieve la antigüedad de la predicación del Evangelio en esta tierra.

La Diócesis de Jaén como tal se establece el año 1249 al trasladarse la sede desde Baeza a Jaén, ya que la ubicación de Jaén favorecía la conquista de otros territorios. Tanto Baeza, que fue restaurada como Diócesis (1228), como Jaén, fueron conquistadas por Fernando III. Aunque en aquellos momentos la demarcación de la Diócesis se reducía al territorio conquistado, ya tenía tres Arcedianatos: en Jaén, con los arciprestazgos de Jaén y Arjona; en Baeza, con los de Baeza y Andújar; y en Úbeda, con los de Úbeda, Iznatoraf y Santisteban del Puerto. (J. Rodríguez Molina. El Obispado de Baeza-Jaén. Siglos XIII-XVI. Jaén 1986).

En lo que ahora es territorio de la Diócesis de Jaén hubo diversas sedes episcopales en la antigüedad.

a) En la época romano-visigoda, la Iglesia en España sigue la división político-administrativa de Diocleciano que parcelaba la Hispania en seis provincias. El territorio actual de Jaén estaba repartido entre la Bética y la Cartaginense.

A la Bética pertenecían las diócesis de Iliturgi (Andújar) del s. II; Tucci (Martos), de comienzos del s. IV; Cárcere (Cárchel); y en la Cartaginense radicaban las de Mentesa (La Guardia) y Cástulo (Linares); ambas de comienzos del s. IV.

De todas ellas asisten Obispos y Presbíteros al Concilio de Elvira (305-306) (J.F. Rivera "Los Concilios de Toledo" en Fliche-Marti, Historia de la Iglesia, V, 709 ss.).

En época visigoda aparece la Diócesis de Biatia (Baeza) que, desde el X Concilio de Toledo (656), surge como continuación de la de Cástulo, que ya deja de mencionarse. Así mismo se pierden las otras diócesis a partir de la invasión por los árabes. Durante la dominación bizantina, Mentesa y Cástulo quedaron en territorio bizantino, mientras que Biatia siguió en la demarcación cartaginense.

b) Epoca de la Reconquista. Desde la fecha de la reconquista de Baeza, su sede se une a la Provincia Eclesiástica de Toledo durante los pocos años (1228 a 1246) que tardó en ser conquistada Jaén y trasladada y creada en ella la sede giennense. (D. Mansilla, "Geografía Eclesiástica", en Diccionario de Historia eclesiástica de España; tomo II; C.S.I.C. 1972). Otros territorios de la actual Diócesis y provincia de Jaén eclesiásticamente pertenecieron a otras jurisdicciones distintas:

- La Abadía de Alcalá la Real, erigida por Bula apostólica suplicada por el Rey Alfonso XI en 1340.

- Los territorios de las Ordenes militares:

- Vicaria de Segura (perteneciente a la Orden militar de Santiago).

- Vicaría de Beas (también de la Orden militar de Santiago a la que perteneció durante un tiempo Chiclana de Segura y Bedmar).

- Vicaría de Martos (de la Orden Militar de Calatrava, aunque en esta Vicaria ejercía el Obispo de Jaén en la celebración del Orden sacerdotal y otras celebraciones litúrgicas en virtud de "concordias" con la Vicaría).

- El Adelantado de Cazorla: Los territorios que fueron conquistándose a los árabes desde el s. XIII quedaron unidos a la sede toledana de tal modo que, incluso en lo temporal, el Arzobispo de Toledo ejercía su señorío en los territorios del Adelantado. (J. Montijano Chica "El Santo Reino de Jaén", en "Paisaje", mayo-octubre 1964).

c) Configuración actual de la Diócesis de Jaén

En el Concordato de 1851 se expresaba el deseo de "adecuación de los territorios provinciales con las demarcaciones diocesanas" (art.5º). Sin embargo hasta 1873 y de un modo violento y unilateral no se suprimen las jurisdicciones especiales de la Abadía de Alcalá y las Vicarias de las Ordenes militares.

Ante las disposiciones gubernamentales, el Papa Pío IX, a través de sendas cartas apostólicas, unió la Abadía de Alcalá y las Vicarías de Segura, Beas y Martos a la Diócesis de Jaén (14-VII-1873) (cf. Boletín Oficial Obispado, 1873, pág. 137 ss.). Ello motivó que en 1893 el Obispo D. Manuel González hiciera una reorganización completa territorial de la Diócesis. (Cf. Boletín Oficial Obispado 1893, pág. 19-52).

*Nota: El Adelantado de Cazorla permaneció, no obstante, unido al Arzobispado de Toledo hasta 1954, año en que Pío XII firma la anexión de Cazorla a la Diócesis de Jaén mediante el Decreto "Maiori animarum bono" de la Congregación Consistorial (23-IV-1954). (Cf. B. Oficial Obispado 1954 pág.206). De este modo se cumplía el deseo manifestado en el Concordato de 1953 (art.9). (Boletín Oficial Obispado 1954, pág. 206).

Fuente: ODISUR

viernes, 19 de noviembre de 2010

Congreso Eucarístico | Dublín 2012

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50º CONGRESO EUCARÍSTICO INTERNACIONAL
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ORACIÓN
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Señor Jesús
You were sent by the Father
Tu fuiste enviado por el Padre
to gather together those who are scattered.
para reunir a los que se encuentran dispersos
You came among us, doing good and bringing healing,
Viniste a nosotros, haciendo el bien y sanando,
announcing the Word of salvation
anunciando la Palabra de salvación
and giving the Bread which lasts forever.
y dándonos el Pan que dura para siempre.
Be our companion on life’s pilgrim way.
Sé nuestro compañero en la peregrinación de la vida.
May your Holy Spirit inflame our hearts,
Que tu Espíritu Santo inflame nuestros corazones,
enliven our hope and open our minds,
avive nuestra esperanza y abra nuestras mentes,
so that together with our sisters and brothers in faith
para que junto con nuestras hermanas y hermanos en la fe
we may recognise you in the Scriptures and in the breaking of bread.
podamos reconocerte en las Escrituras y en la fracción del pan.
May your Holy Spirit transform us into one body
Que tu Espíritu Santo nos transforme en un cuerpo
and lead us to walk humbly on the earth,
y nos guíe para caminar humildemente en el mundo,
in justice and love, en justicia y amor, as witnesses of your resurrection.
como testigos de tu resurrección.
In communion with Mary,
En comunión con María,
whom you gave to us as our Mother at the foot of the cross,
a quien nos diste como Madre al pie de la cruz,
through you
por medio de ti
may all praise, honour and blessing be to the Father
sean dadas toda alabanza, honor y bendicion al Padre,
in the Holy Spirit and in the Church,
en el Espíritu Santo y en la Iglesia.
Now and forever.
Ahora y para siempre.
Amen.
Amén.

jueves, 18 de noviembre de 2010

Congreso Eucarístico | Dublín 2012


50º CONGRESO EUCARÍSTICO INTERNACIONAL

S.S. Benedicto XVI recibió el jueves (11 de noviembre) a los participantes en la Asamblea Plenaria del Pontificio Comité para los Congresos Eucarísticos Internacionales al final de los trabajos preparatorios del próximo congreso, que tendrá lugar en Dublín (Irlanda) en 2012.

Delegados nacionales de todo el orbe se reunieron esta semana en Roma para discutir los preparativos para el Congreso de 2012, que será cuando Dublín abra sus puertas, capillas e iglesias a todos cuantos deseen participar en el evento, que durará una semana y estará centrado en la reflexión del tema: "La Eucaristía: comunión con Cristo y entre nosotros".

Saludando a los delegados nacionales de las Conferencias Episcopales y, de manera especial a la delegación irlandesa, encabezada por el arzobispo de Dublín (Mons. Diarmuid Martin) que acogerá el próximo Congreso Eucarístico Internacional, en junio de 2012 - y destacando la atención que esta Asamblea ha dedicado a tal evento el Papa ha hecho hincapié en la importancia de la Eucaristía en el camino de renovación de la Iglesia en Irlanda.

Volviendo al tema de los Congresos Eucarísticos, resultó interesante que el Santo Padre aludiera en su discurso al hecho de que la reunión de esta semana coincidió con el 50° Aniversario desde la realización del CEI en Munich, al cual, comentó, tuvo la oportunidad de asistir "personalmente, como un joven profesor de Teología". También enfatizó el carácter jubilar del Congreso de 2012 no sólo porque será la edición número 50 del evento, sino porque se realizará en el marco del 50° aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II.

“Los Congresos Eucarísticos Internacionales tienen ya una larga historia en la Iglesia”, dijo el Santo Padre. “Ponen de relieve la dimensión universal de la celebración: efectivamente se trata de una fiesta de fe alrededor de Cristo Eucarístico, el Cristo del sacrificio supremo por la humanidad, en la que participan fieles no sólo de una Iglesia particular o de una nación, sino, en la medida de lo posible, de varias partes del Orbe. Es la Iglesia que se recoge en torno a su Señor y Dios”.

La tarea de los Congresos Eucarísticos, sobre todo en el contexto actual, prosiguió el pontífice, “es también la de dar una peculiar contribución a la nueva evangelización, promoviendo la evangelización mistagógica, que se cumple en la escuela de la Iglesia en oración, a partir y a través de la liturgia. Cada congreso lleva en sí un impulso evangelizador, en sentido más estrictamente misionero, tanto que el binomio Eucaristía-misión ha entrado a formar parte de las directrices propuestas por la Santa Sede”.

Durante el desarrollo del discurso, el Papa también ha alentado a perseverar en el apostolado eucarístico:

«Queridos hermanos y hermanas, el apostolado eucarístico al que dedicáis vuestros esfuerzos es muy importante. Perseverad en ello con compromiso y pasión, animando y difundiendo la devoción eucarística en todas sus expresiones. En la Eucaristía está encerrado el tesoro de la Iglesia, o sea el mismo Cristo, que en la Cruz se ha inmolado por la salvación de la humanidad. Acompaño vuestro apreciado servicio asegurándoos mi oración, por intercesión de María Santísima, y con la Bendición Apostólica, que de corazón os imparto a vosotros, a vuestros seres queridos y vuestros colaboradores». El Santo Padre finalizó su discurso con una indicación litúrgico-pastoral. “Es importante -afirmó- que cada congreso eucarístico sepa implicar e integrar, según el espíritu de la reforma conciliar, todas las expresiones del culto eucarístico “extra missam”, que hunden sus raíces en la devoción popular, como las asociaciones de fieles que se inspiran, con diversos títulos, en la Eucaristía. Todas las devociones eucarísticas, recomendadas y alentadas también en la encíclica “Ecclesia de Eucharistia” y en la exhortación apostólica “Sacramentum caritatis” deben armonizarse según una eclesiología eucarística orientada hacia la comunión”.

Durante la sesión plenaria fueron presentados oficialmente el documento teológico del Congreso "Reflexiones pastorales para el 50° Congreso Eucarístico Internacional", el Himno del Congreso, la Oración del Congreso (en 7 idiomas) y un video promocional del CEI2012:

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Benedicto XVI | Caridad y verdad


Sigue la síntesis facilitada por la Oficina de Prensa de la Santa Sede de la encíclica de Benedicto XVI, "Caritas in veritate": La Caridad en la verdad, sobre el desarrollo humano integral en la caridad y en la verdad.

La Encíclica, publicada, consta de una introducción, seis capítulos y una conclusión y está fechada el 29 de junio de 2009, solemnidad de San Pedro y San Pablo.

"En la Introducción -explica la síntesis- el Papa recuerda que la caridad es "la vía maestra de la doctrina social de la Iglesia". Por otra parte, dado el "riesgo de ser mal entendida o excluida de la ética vivida" advierte de que "un cristianismo de caridad sin verdad se puede confundir fácilmente con una reserva de buenos sentimientos, provechosos para la convivencia social, pero marginales".

"El desarrollo (…) necesita esta verdad", escribe Benedicto XVI y analiza "dos criterios orientadores de la acción moral: la justicia y el bien común. (…) Todo cristiano está llamado a esta caridad, según su vocación y sus posibilidades de incidir en la polis. Ésta es la vía institucional del vivir social".

El primer capítulo está dedicado al "Mensaje de la "Populorum progressio" de Pablo VI que "reafirmó la importancia imprescindible del Evangelio para la construcción de la sociedad según libertad y justicia". "La fe cristiana -escribe Benedicto XVI- se ocupa del desarrollo no apoyándose en privilegios o posiciones de poder (…) sino solo en Cristo". El pontífice evidencia que "las causas del subdesarrollo no son principalmente de orden material". Están ante todo en la voluntad, el pensamiento y todavía más "en la falta de fraternidad entre los hombres y los pueblos".

"El desarrollo humano en nuestro tiempo" es el tema del segundo capítulo. "El objetivo exclusivo del beneficio, cuando es obtenido mal y sin el bien común como fin último -reitera el Papa- corre el riesgo de destruir riqueza y crear pobreza" Y enumera algunas distorsiones del desarrollo: una actividad financiera "en buena parte especulativa", los flujos migratorios "frecuentemente provocados y después no gestionados adecuadamente o la explotación sin reglas de los recursos de la tierra". Frente a esos problemas ligados entre sí, el Papa invoca "una nueva síntesis humanista", constatando después que "el cuadro del desarrollo se despliega en múltiples ámbitos: (…) crece la riqueza mundial en términos absolutos, pero aumentan también las desigualdades (…) y nacen nuevas pobrezas".

"En el plano cultural -prosigue- (…) las posibilidades de interacción" han dado lugar a "nuevas perspectivas de diálogo", (…) pero hay un doble riesgo". En primer lugar "un eclecticismo cultural" donde las culturas se consideran "sustancialmente equivalentes". El peligro opuesto es el de "rebajar la cultura y homologar los (…) estilos de vida". Benedicto XVI recuerda "el escándalo del hambre" y auspicia "una ecuánime reforma agraria en los países en desarrollo".

Asimismo, el pontífice evidencia que el respeto por la vida "en modo alguno puede separarse de las cuestiones relacionadas con el desarrollo de los pueblos" y afirma que "cuando una sociedad se encamina hacia la negación y la supresión de la vida acaba por no encontrar la motivación y la energía necesarias para esforzarse en el servicio del verdadero bien del hombre".

Otro aspecto ligado al desarrollo es el "derecho a la libertad religiosa. La violencia - escribe el Papa-, frena el desarrollo auténtico" y esto "ocurre especialmente con el terrorismo de inspiración fundamentalista".

"Fraternidad, desarrollo económico y sociedad civil" es el tema del tercer capítulo, que se abre con un elogio de la experiencia del don, no reconocida a menudo, "debido a una visión de la existencia que antepone a todo la productividad y la utilidad. (…) El desarrollo, (…) si quiere ser auténticamente humano, necesita en cambio dar espacio al principio de gratuidad", y por cuanto se refiere al mercado la lógica mercantil, ésta debe estar "ordenada a la consecución del bien común, que es responsabilidad sobre todo de la comunidad política".

Retomando la encíclica "Centesimus annus" indica "la necesidad de un sistema basado en tres instancias: el mercado, el Estado y la sociedad civil" y espera en "una civilización de la economía". Hacen falta "formas de economía solidaria" y "tanto el mercado como la política tienen necesidad de personas abiertas al don recíproco".

El capítulo se cierra con una nueva valoración del fenómeno de la globalización, que no se debe entender solo como "un proceso socio-económico". (…) La globalización necesita "una orientación cultural personalista y comunitaria abierta a la trascendencia (…) y capaz de corregir sus disfunciones".

En el cuarto capítulo, la Encíclica trata el tema del "Desarrollo de los pueblos, derechos y deberes, ambiente". "Gobierno y organismos internacionales -se lee- no pueden olvidar "la objetividad y la indisponibilidad" de los derechos. A este respecto, se detiene en las "problemáticas relacionadas con el crecimiento demográfico".

Reafirma que la sexualidad no se puede "reducir a un mero hecho hedonístico y lúdico". Los Estados, escribe, "están llamados a realizar políticas que promuevan la centralidad de la familia". "La economía -afirma una vez más- tiene necesidad de la ética para su correcto funcionamiento; no de cualquier ética sino de una ética amiga de la persona". La misma centralidad de la persona, escribe, debe ser el principio guía "en las intervenciones para el desarrollo" de la cooperación internacional. (…) Los organismos internacionales -exhorta el Papa- deberían interrogarse sobre la real eficacia de sus aparatos burocráticos", "con frecuencia muy costosos".

El Santo Padre se refiere más adelante a las problemáticas energéticas. "El acaparamiento de los recursos" por parte de Estados y grupos de poder, denuncia, constituyen "un grave impedimento para el desarrollo de los países pobres". (…) "Las sociedades tecnológicamente avanzadas -añade- pueden y deben disminuir la propia necesidad energética", mientras debe "avanzar la investigación sobre energías alternativas".

"La colaboración de la familia humana" es el corazón del quinto capítulo, en el que Benedicto XVI pone de relieve que "el desarrollo de los pueblos depende sobre todo del reconocimiento de ser una sola familia". De ahí que, se lee, la religión cristiana puede contribuir al desarrollo "solo si Dios encuentra un puesto también en la esfera pública".

El Papa hace referencia al principio de subsidiaridad, que ofrece una ayuda a la persona "a través de la autonomía de los cuerpos intermedios". La subsidiariedad, explica, "es el antídoto más eficaz contra toda forma de asistencialismo paternalista" y es más adecuada para humanizar la globalización".

Asimismo, Benedicto XVI exhorta a los Estados ricos a "destinar mayores cuotas" del Producto Interno Bruto para el desarrollo, respetando los compromisos adquiridos. Y augura un mayor acceso a la educación y, aún más, a la "formación completa de la persona" afirmando que, cediendo al relativismo, se convierte en más pobre. Un ejemplo, escribe, es el del fenómeno perverso del turismo sexual. "Es doloroso constatar -observa- que se desarrolla con frecuencia con el aval de los gobiernos locales".

El Papa afronta a continuación al fenómeno "histórico" de las migraciones. "Todo emigrante, afirma, "es una persona humana" que "posee derechos que deben ser respetados por todos y en toda situación".

El último párrafo del capítulo lo dedica el Pontífice "a la urgencia de la reforma" de la ONU y "de la arquitectura económica y financiera internacional". Urge "la presencia de una verdadera Autoridad política mundial" (…) que goce de "poder efectivo".

El sexto y último capítulo está centrado en el tema del "Desarrollo de los pueblos y la técnica". El Papa pone en guardia ante la "pretensión prometeica" según la cual "la humanidad cree poderse recrear valiéndose de los 'prodigios' de la tecnología". La técnica, subraya, no puede tener una "libertad absoluta".

El campo primario "de la lucha cultural entre el absolutismo de la tecnicidad y la responsabilidad moral del hombre es hoy el de la bioética", explica el Papa, y añade: "La razón sin la fe está destinada a perderse en la ilusión de la propia omnipotencia". La cuestión social se convierte en "cuestión antropológica". La investigación con embriones, la clonación, lamenta el Pontífice, "son promovidas por la cultura actual", que "cree haber desvelado todo misterio". El Papa teme "una sistemática planificación eugenésica de los nacimientos". En la Conclusión de la Encíclica, el Papa subraya que el desarrollo "tiene necesidad de cristianos con los brazos elevados hacia Dios en gesto de oración", de "amor y de perdón, de renuncia a sí mismos, de acogida al prójimo, de justicia y de paz".

martes, 16 de noviembre de 2010

Benedicto XVI | La Palabra de Dios

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EXHORTACIÓN APOSTÓLICA "VERBUM DOMINI"

El día 11 de noviembre de 2010 se presentó en la Oficina de Prensa de la Santa Sede la Exhortación Apostólica Postsinodal de Benedicto XVI "Verbum Domini", sobre la Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia.

Intervinieron en la rueda de prensa el cardenal Marc Ouellet, P.S.S., prefecto de la Congregación para los Obispos; el arzobispo Gianfranco Ravasi, presidente del Pontificio Consejo de la Cultura; el arzobispo Nikola Eterovic y monseñor Fortunato Frezza, respectivamente secretario general y subsecretario del Sínodo de los Obispos.

El documento, fechado el 30 de septiembre, memoria de San Jerónimo, es fruto de la XII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, celebrada en Roma del 5 al 26 de octubre de 2008. Se ha publicado en latín, italiano, inglés, francés, español, alemán, portugués, polaco. Consta de una introducción, tres partes y una conclusión.

El arzobispo Eterovic explicó que en la primera parte, titulada "Verbum Dei", el Papa hace hincapié "en el papel fundamental de Dios Padre, fuente y origen de la Palabra, así como la dimensión trinitaria de la revelación". En el primer capítulo, "El Dios que habla", se pone de relieve "la voluntad de Dios de abrir y mantener un diálogo con el ser humano, en el que Dios toma la iniciativa y se revela de diversas maneras". Asimismo "se destaca el aspecto cristológico de la Palabra, subrayando al mismo tiempo la dimensión pneumatológica". En esta parte se afronta la relación entre Escritura y Tradición, así como el tema de la inspiración y verdad de la Biblia.

"La respuesta del hombre al Dios que habla" es el título del segundo capítulo. "El hombre está llamado a entrar en la Alianza con su Dios que lo escucha y responde a sus preguntas. A Dios que habla, el hombre responde con la fe. La oración más indicada es la realizada mediante las palabras que el mismo Dios ha revelado y que se mantienen escritas en la Biblia".

El tercer capítulo está dedicado al tema "La hermenéutica de la Sagrada Escritura en la Iglesia". Se dice que "la Sagrada Escritura debería ser, como lo manifiesta la Constitución dogmática "Dei Verbum" sobre la divina revelación, "el alma de la teología sagrada". Se afirma que "la hermenéutica bíblica del Concilio Vaticano II debe ser redescubierta a fin de evitar un cierto dualismo de la hermenéutica secularizada, que podría dar lugar a una interpretación fundamentalista o espiritualista de la Sagrada Escritura. La recta hermenéutica exige la complementariedad del sentido literal y espiritual, una armonía entre fe y razón. Por lo que concierne a la relación entre cristianos y judíos con referencia a las Escrituras, "se subraya que es muy especial porque comparten buena parte de ellas".

La segunda parte se titula "Verbum in Ecclesia". En el primer capítulo, "La Palabra de Dios y la Iglesia", "se subraya que gracias a la Palabra de Dios y a la acción sacramental, Jesucristo es contemporáneo a los hombres en la vida de la Iglesia".

"La Liturgia, lugar privilegiado de la Palabra de Dios" es el título del segundo capítulo, en el que se insiste "en el nexo vital entre la Sagrada Escritura y los sacramentos, en particular, la Eucaristía". Se recuerda la importancia del Leccionario y de la proclamación de la Palabra y del ministerio de lectorado, insistiendo sobre todo en la preparación de la homilía, un tema de gran importancia en la Exhortación Apostólica post-sinodal.

El tercer capítulo está dedicado a "La Palabra de Dios en la vida de la Iglesia", donde se destaca "la importancia de la animación bíblica de la pastoral, la dimensión bíblica de la catequesis, la formación bíblica de los cristianos, la Sagrada Escritura en los grandes encuentros eclesiales, y la Palabra de Dios en relación con las vocaciones". También "se presta una especial atención a la Lectio divina y a la oración mariana".

La tercera parte, titulada "Verbum mundo", subraya "el deber de los cristianos de anunciar la Palabra de Dios en el mundo en el que viven y trabajan. En el primer capítulo, "La misión de la Iglesia: anunciar la Palabra de Dios al mundo", se señala que la Iglesia está orientada al primer anuncio, "ad gentes", a los que todavía no conocen al Verbo, Palabra de Dios, pero también a aquellos que han sido bautizados. (…) pero que necesitan una nueva evangelización para redescubrir la Palabra de Dios".

"Palabra de Dios y compromiso en el mundo", es el título del segundo capítulo. En él se recuerda que "los cristianos están llamados a servir al Verbo de Dios en los hermanos más pequeños y, por tanto, a comprometerse en la sociedad para la reconciliación, la justicia y la paz entre los pueblos".

El tercer capítulo está dedicado a "La Palabra de Dios y las culturas". Se pone de manifiesto "el deseo de que la Biblia sea mejor conocida en las escuelas y universidades y que los medios de comunicación social usen todas las posibilidades técnicas para su divulgación. El tema de la enculturación de la Sagrada Escritura está vinculado a las traducciones y a la difusión de la Biblia, que hay que incrementar".

"Palabra de Dios y diálogo interreligioso", es el tema del cuarto capítulo. "Después de haber puesto de relieve el valor y la actualidad del diálogo interreligioso, la "Verbum Domini" (…) ofrece unas indicaciones útiles sobre el diálogo entre cristianos y musulmanes, así como con los pertenecientes a otras religiones no cristianas, en el marco de la libertad religiosa, que implica no sólo la libertad de profesar la propia fe en privado y en público, sino también la libertad de conciencia, es decir, de elegir la propia religión".

En la conclusión, dijo el arzobispo Eterovic, el Santo Padre reitera la exhortación a todos los cristianos a "esforzarse para tener cada vez más familiaridad con la Sagrada Escritura".

lunes, 15 de noviembre de 2010

Benedicto XVI | Nueva Evangelización

CARTA APOSTÓLICA EN FORMA DE «MOTU PROPRIO»

UBICUMQUE ET SEMPER

DEL SUMO PONTÍFICE BENEDICTO XVI CON LA CUAL SE INSTITUYE EL CONSEJO PONTIFICIO PARA LA PROMOCIÓN DE LA NUEVA EVANGELIZACIÓN

La Iglesia tiene el deber de anunciar siempre y en todas partes el Evangelio de Jesucristo. Él, el primer y supremo evangelizador, en el día de su ascensión al Padre, ordenó a los Apóstoles: «Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado» (Mt 28, 19-20). Fiel a este mandamiento, la Iglesia, pueblo adquirido por Dios para que proclame sus obras admirables (cf. 1 P 2, 9), desde el día de Pentecostés, en el que recibió como don el Espíritu Santo (cf. Hch 2, 1-4), nunca se ha cansado de dar a conocer a todo el mundo la belleza del Evangelio, anunciando a Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, el mismo «ayer, hoy y siempre» (Hb 13, 8), que con su muerte y resurrección realizó la salvación, cumpliendo la antigua promesa. Por tanto, para la Iglesia la misión evangelizadora, continuación de la obra que quiso Jesús nuestro Señor, es necesaria e insustituible, expresión de su misma naturaleza.

Esta misión ha asumido en la historia formas y modalidades siempre nuevas según los lugares, las situaciones y los momentos históricos. En nuestro tiempo, uno de sus rasgos singulares ha sido afrontar el fenómeno del alejamiento de la fe, que se ha ido manifestando progresivamente en sociedades y culturas que desde hace siglos estaban impregnadas del Evangelio. Las transformaciones sociales a las que hemos asistido en las últimas décadas tienen causas complejas, que hunden sus raíces en tiempos lejanos, y han modificado profundamente la percepción de nuestro mundo. Pensemos en los gigantescos avances de la ciencia y de la técnica, en la ampliación de las posibilidades de vida y de los espacios de libertad individual, en los profundos cambios en campo económico, en el proceso de mezcla de etnias y culturas causado por fenómenos migratorios de masas, y en la creciente interdependencia entre los pueblos. Todo esto ha tenido consecuencias también para la dimensión religiosa de la vida del hombre. Y si, por un lado, la humanidad ha conocido beneficios innegables de esas transformaciones y la Iglesia ha recibido ulteriores estímulos para dar razón de su esperanza (cf. 1 P 3, 15), por otro, se ha verificado una pérdida preocupante del sentido de lo sagrado, que incluso ha llegado a poner en tela de juicio los fundamentos que parecían indiscutibles, como la fe en un Dios creador y providente, la revelación de Jesucristo único salvador y la comprensión común de las experiencias fundamentales del hombre como nacer, morir, vivir en una familia, y la referencia a una ley moral natural.

Aunque algunos hayan acogido todo ello como una liberación, muy pronto nos hemos dado cuenta del desierto interior que nace donde el hombre, al querer ser el único artífice de su naturaleza y de su destino, se ve privado de lo que constituye el fundamento de todas las cosas.

Ya el concilio ecuménico Vaticano II incluyó entre sus temas centrales la cuestión de la relación entre la Iglesia y el mundo contemporáneo. Siguiendo las enseñanzas conciliares, mis predecesores reflexionaron ulteriormente sobre la necesidad de encontrar formas adecuadas para que nuestros contemporáneos sigan escuchando la Palabra viva y eterna del Señor.

El siervo de Dios Pablo VI observaba con clarividencia que el compromiso de la evangelización «se está volviendo cada vez más necesario, a causa de las situaciones de descristianización frecuentes en nuestros días, para gran número de personas que recibieron el bautismo, pero viven al margen de toda vida cristiana; para las gentes sencillas que tienen una cierta fe, pero conocen poco los fundamentos de la misma; para los intelectuales que sienten necesidad de conocer a Jesucristo bajo una luz distinta de la enseñanza que recibieron en su infancia, y para otros muchos» (Evangelii nuntiandi, 52). Y, con el pensamiento dirigido a los que se han alejado de la fe, añadía que la acción evangelizadora de la Iglesia «debe buscar constantemente los medios y el lenguaje adecuados para proponerles o volverles a proponer la revelación de Dios y la fe en Jesucristo» (ib., n. 56). El venerable siervo de Dios Juan Pablo II puso esta ardua tarea como uno de los ejes su vasto magisterio, sintetizando en el concepto de «nueva evangelización», que él profundizó sistemáticamente en numerosas intervenciones, la tarea que espera a la Iglesia hoy, especialmente en las regiones de antigua cristianización. Una tarea que, aunque concierne directamente a su modo de relacionarse con el exterior, presupone, primero de todo, una constante renovación en su seno, un continuo pasar, por decirlo así, de evangelizada a evangelizadora. Baste recordar lo que se afirmaba en la exhortación postsinodal Christifideles laici: «Enteros países y naciones, en los que en un tiempo la religión y la vida cristiana fueron florecientes y capaces de dar origen a comunidades de fe viva y operativa, están ahora sometidos a dura prueba e incluso alguna que otra vez son radicalmente transformados por el continuo difundirse del indiferentismo, del laicismo y del ateísmo. Se trata, en concreto, de países y naciones del llamado primer mundo, en el que el bienestar económico y el consumismo —si bien entremezclado con espantosas situaciones de pobreza y miseria— inspiran y sostienen una existencia vivida "como si Dios no existiera". Ahora bien, el indiferentismo religioso y la total irrelevancia práctica de Dios para resolver los problemas, incluso graves, de la vida, no son menos preocupantes y desoladores que el ateísmo declarado. Y también la fe cristiana -aunque sobrevive en algunas manifestaciones tradicionales y rituales- tiende a ser erradicada de los momentos más significativos de la existencia humana, como son los momentos del nacer, del sufrir y del morir. (...) En cambio, en otras regiones o naciones todavía se conservan muy vivas las tradiciones de piedad y de religiosidad popular cristiana; pero este patrimonio moral y espiritual corre hoy el riesgo de ser desperdigado bajo el impacto de múltiples procesos, entre los que destacan la secularización y la difusión de las sectas. Sólo una nueva evangelización puede asegurar el crecimiento de una fe límpida y profunda, capaz de hacer de estas tradiciones una fuerza de auténtica libertad. Ciertamente urge en todas partes rehacer el entramado cristiano de la sociedad humana. Pero la condición es que se rehaga la trabazón cristiana de las mismas comunidades eclesiales que viven en estos países o naciones» (n. 34).

Por tanto, haciéndome cargo de la preocupación de mis venerados predecesores, considero oportuno dar respuestas adecuadas para que toda la Iglesia, dejándose regenerar por la fuerza del Espíritu Santo, se presente al mundo contemporáneo con un impulso misionero capaz de promover una nueva evangelización. Esta se refiere sobre todo a las Iglesias de antigua fundación, que viven realidades bastante diferenciadas, a las que corresponden necesidades distintas, que esperan impulsos de evangelización diferentes: en algunos territorios, en efecto, aunque avanza el fenómeno de la secularización, la práctica cristiana manifiesta todavía una buena vitalidad y un profundo arraigo en el alma de poblaciones enteras; en otras regiones, en cambio, se nota un distanciamiento más claro de la sociedad en su conjunto respecto de la fe, con un entramado eclesial más débil, aunque no privado de elementos de vivacidad, que el Espíritu Santo no deja de suscitar; también existen, lamentablemente, zonas casi completamente descristianizadas, en las cuales la luz de la fe está confiada al testimonio de pequeñas comunidades: estas tierras, que necesitarían un renovado primer anuncio del Evangelio, parecen particularmente refractarias a muchos aspectos del mensaje cristiano.

La diversidad de las situaciones exige un atento discernimiento; hablar de «nueva evangelización» no significa tener que elaborar una única fórmula igual para todas las circunstancias. Y, sin embargo, no es difícil percatarse de que lo que necesitan todas las Iglesias que viven en territorios tradicionalmente cristianos es un renovado impulso misionero, expresión de una nueva y generosa apertura al don de la gracia. De hecho, no podemos olvidar que la primera tarea será siempre ser dóciles a la obra gratuita del Espíritu del Resucitado, que acompaña a cuantos son portadores del Evangelio y abre el corazón de quienes escuchan. Para proclamar de modo fecundo la Palabra del Evangelio se requiere ante todo hacer una experiencia profunda de Dios.

Como afirmé en mi primer encíclica Deus caritas est: «No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva» (n. 1). De forma análoga, en la raíz de toda evangelización no hay un proyecto humano de expansión, sino el deseo de compartir el don inestimable que Dios ha querido darnos, haciéndonos partícipes de su propia vida.

Por tanto, a la luz de estas reflexiones, después de haber examinado con esmero cada aspecto y haber solicitado el parecer de personas expertas, establezco y decreto lo siguiente:

Art. 1
§ 1. Se constituye el Consejo pontificio para la promoción de la nueva evangelización, como dicasterio de la Curia romana, de acuerdo con la constitución apostólica Pastor bonus.
§ 2. El Consejo persigue su finalidad tanto estimulando la reflexión sobre los temas de la nueva evangelización, como descubriendo y promoviendo las formas y los instrumentos adecuados para realizarla.

Art. 2
La actividad del Consejo, que se lleva a cabo en colaboración con los demás dicasterios y organismos de la Curia romana, respetando las relativas competencias, está al servicio de las Iglesias particulares, especialmente en los territorios de tradición cristiana donde se manifiesta con mayor evidencia el fenómeno de la secularización.

Art. 3
Entre las tareas específicas del Consejo se señalan:
1. profundizar el significado teológico y pastoral de la nueva evangelización;
2. promover y favorecer, en estrecha colaboración con las Conferencias episcopales interesadas, que podrán tener un organismo ad hoc, el estudio, la difusión y la puesta en práctica del Magisterio pontificio relativo a las temáticas relacionadas con la nueva evangelización;
3. dar a conocer y sostener iniciativas relacionadas con la nueva evangelización organizadas en las diversas Iglesias particulares y promover la realización de otras nuevas, involucrando también activamente las fuerzas presentes en los institutos de vida consagrada y en las sociedades de vida apostólica, así como en las agregaciones de fieles y en las nuevas comunidades;
4. estudiar y favorecer el uso de las formas modernas de comunicación, como instrumentos para la nueva evangelización;
5. promover el uso del Catecismo de la Iglesia católica, como formulación esencial y completa del contenido de la fe para los hombres de nuestro tiempo.

Art. 4
§ 1. Dirige el Consejo un arzobispo presidente, con la ayuda de un secretario, un subsecretario y un número conveniente de oficiales, según las normas establecidas por la constitución apostólica Pastor bonus y el Reglamento general de la Curia romana.
§ 2. El Consejo tiene miembros propios y puede disponer de consultores propios.
Ordeno que todo lo que se ha deliberado con el presente Motu proprio tenga valor pleno y estable, a pesar de cualquier disposición contraria, aunque sea digna de particular mención, y establezco que se promulgue mediante la publicación en el periódico «L'Osservatore Romano» y que entre en vigor el día de la promulgación.

Castelgandolfo, 21 de septiembre de 2010, fiesta de San Mateo, Apóstol y Evangelista, año sexto de mi pontificado.

BENEDICTUS PP. XVI

sábado, 12 de junio de 2010

Testimonio | sacerdotal




“LA ÚLTIMA CIMA”
La única película en cines que habla bien de los curas



A principios de junio se ha estrenado en salas de cine de España la película LA ÚLTIMA CIMA, un largometraje documental sobre Pablo Domínguez, sacerdote madrileño que falleció en febrero de 2009 en un accidente, al descender la cima del Moncayo. Tenía 42 años.

No es fácil encontrar hoy, en los medios de comunicación, modelos de buenos sacerdotes. En cambio, abunda la información, exhaustiva y detallada, sobre sacerdotes que dan ejemplo de mal comportamiento. Sabemos casi todo sobre ellos, gracias al trabajo de muchos periodistas, guionistas y directores.

LA ÚLTIMA CIMA muestra un tipo de sacerdote del que nadie habla: los sacerdotes generosos, alegres, serviciales, humildes… Sacerdotes anónimos que sirven a Dios, sirviendo a los demás. Pablo es, nada más y nada menos, que un buen cura.

Tras haber constatado de qué modo LA ÚLTIMA CIMA conmueve a todo tipo de espectadores (creyentes y no creyentes), se te invita a ver la película en el cine, y a compartir esta invitación con tus amistades y conocidos.

Si quieres saber más sobre la película (dónde verla, críticas, etc) visita la página: www.laultimacima.com

Aquí se te deja un breve resumen de la película:

“Pablo, sacerdote, sabía que iba a morir joven y deseaba hacerlo en la montaña.

Entregó su vida a Dios… y Dios aceptó la oferta. Ahora dicen que está vivo.

Pablo era conocido y querido por un número incalculable de personas, que han dejado constancia de ello después de su muerte.

LA ÚLTIMA CIMA muestra la huella profunda que puede dejar un buen sacerdote, en las personas con las que se cruza. Y provoca en el espectador una pregunta comprometedora: ¿también yo podría vivir así?”

miércoles, 9 de junio de 2010

Testimonio | Lolo


Fue un Joven de Acción Católica, periodista y escritor, comunicador de alegría a los jóvenes desde su invalidez.

Nació en Linares (Jaén, España) en 1920, a los 22 años una parálisis progresiva le sentó en un sillón de ruedas, su inmovilidad fue total, sus últimos nueve años también ciego.

LOLO fue un joven seglar, un cristiano que se tomó en serio el Evangelio, o como decía de él Martín Descalzo: “Se dedicaba a ser cristiano, se dedicaba a creer”.

Pero este joven de Acción Católica, que mantuvo la perenne alegría en su permanente sonrisa, “varón de dolores” y sin embargo sembrador de alegría en los cientos de jóvenes y adultos que se acercaban a él en busca de consejo, tenía un secreto: “Hacía vivir la alegría en el dolor”.

La vigencia de un hombre, después de su muerte, está en función de lo que fue o de lo que hizo, y aunque "LOLO" solo fue físicamente un remedo de hombre, pues permaneció más de 25 años inmóvil, anclado en un sillón de ruedas, ciego durante los últimos nueve de su vida, y sometido a constantes y lacerantes dolores, hizo cosas insospechadas y sorprendentes, como trabajar con jóvenes, fundar revistas y, sobre todo, escribir.

"LOLO" escribió de todo: artículos de prensa, cuentos, cartas, ensayos y, principalmente, libros. Nueve libros profundos y, al propio tiempo, súper amenos, en los que habla de todo, pero esencialmente del dolor, y no con resignación, ni con la obligada aceptación que impone su atadura, sino con alegría, con la convicción de que el sufrimiento era el vehículo ideado por Dios para él, para su realización y salvación

La figura que veréis, en las fotos dentro de esta página, no esta amañada, ni es un trucaje hábil para incitar a la compasión. Es la figura de un hombre que estuvo así más de 25 años y que, aunque parezca paradójico, encaró la vida con alegría.

Si no te seduce lo que te hemos dicho, pasa de página, y, si te seduce, te animamos a que sigas leyendo.

Ya que esta página es un vehículo para difundir la figura de un hombre que está llamado a ser el gran Santo del Siglo XXI, te invitamos a que leas algún escrito de "LOLO".

lunes, 7 de junio de 2010

Corpus Christi | orígenes

A fines del siglo XIII surgió en Lieja, Bélgica, un Movimiento Eucarístico cuyo centro fue la Abadía de Cornillón fundada en 1124 por el Obispo Albero de Lieja. Este movimiento dio origen a varias costumbres eucarísticas, como por ejemplo la Exposición y Bendición con el Santísimo Sacramento, el uso de las campanillas durante la elevación en la Misa y la fiesta del Corpus Christi.

Santa Juliana de Mont Cornillón, por aquellos años priora de la Abadía, fue la enviada de Dios para propiciar esta Fiesta. La santa nace en Retines cerca de Liège, Bélgica en 1193. Quedó huérfana muy pequeña y fue educada por las monjas Agustinas en Mont Cornillon. Cuando creció, hizo su profesión religiosa y más tarde fue superiora de su comunidad. Murió el 5 de abril de 1258, en la casa de las monjas Cistercienses en Fosses y fue enterrada en Villiers.

Desde joven, Santa Juliana tuvo una gran veneración al Santísimo Sacramento. Y siempre anhelaba que se tuviera una fiesta especial en su honor. Este deseo se dice haber intensificado por una visión que tuvo de la Iglesia bajo la apariencia de luna llena con una mancha negra, que significaba la ausencia de esta solemnidad.

Juliana comunicó estas apariciones a Mons. Roberto de Thorete, el entonces obispo de Lieja, también al docto Dominico Hugh, más tarde cardenal legado de los Países Bajos y a Jacques Pantaleón, en ese tiempo archidiácono de Lieja, más tarde Papa Urbano IV.

El obispo Roberto se impresionó favorablemente y, como en ese tiempo los obispos tenían el derecho de ordenar fiestas para sus diócesis, invocó un sínodo en 1246 y ordenó que la celebración se tuviera el año entrante; al mismo tiempo el Papa ordenó, que un monje de nombre Juan escribiera el oficio para esa ocasión. El decreto está preservado en Binterim (Denkwürdigkeiten, V.I. 276), junto con algunas partes del oficio.

Mons. Roberto no vivió para ver la realización de su orden, ya que murió el 16 de octubre de 1246, pero la fiesta se celebró por primera vez al año siguiente el jueves posterior a la fiesta de la Santísima Trinidad. Más tarde un obispo alemán conoció la costumbre y la extendió por toda la actual Alemania.

El Papa Urbano IV, por aquél entonces, tenía la corte en Orvieto, un poco al norte de Roma. Muy cerca de esta localidad se encuentra Bolsena, donde en 1263 o 1264 se produjo el Milagro de Bolsena: un sacerdote que celebraba la Santa Misa tuvo dudas de que la Consagración fuera algo real. Al momento de partir la Sagrada Forma, vio salir de ella sangre de la que se fue empapando en seguida el corporal. La venerada reliquia fue llevada en procesión a Orvieto el 19 junio de 1264. Hoy se conservan los corporales -donde se apoya el cáliz y la patena durante la Misa- en Orvieto, y también se puede ver la piedra del altar en Bolsena, manchada de sangre.

El Santo Padre movido por el prodigio, y a petición de varios obispos, hace que se extienda la fiesta del Corpus Christi a toda la Iglesia por medio de la bula "Transiturus de hoc mundo" del 8 septiembre del mismo año, fijándola para el jueves después de la octava de Pentecostés y otorgando muchas indulgencias a todos los fieles que asistieran a la Santa Misa y al oficio.

Luego, según algunos biógrafos, el Papa Urbano IV encargó un oficio -la liturgia de las horas- a San Buenaventura y a Santo Tomás de Aquino; cuando el Pontífice comenzó a leer en voz alta el oficio hecho por Santo Tomás, San Buenaventura fue rompiendo el suyo en pedazos.

La muerte del Papa Urbano IV (el 2 de octubre de 1264), un poco después de la publicación del decreto, obstaculizó que se difundiera la fiesta. Pero el Papa Clemente V tomó el asunto en sus manos y, en el concilio general de Viena (1311), ordenó una vez más la adopción de esta fiesta. En 1317 se promulga una recopilación de leyes -por Juan XXII- y así se extiende la fiesta a toda la Iglesia.

Ninguno de los decretos habla de la procesión con el Santísimo como un aspecto de la celebración. Sin embargo estas procesiones fueron dotadas de indulgencias por los Papas Martín V y Eugenio IV, y se hicieron bastante comunes a partir del siglo XIV.

La fiesta fue aceptada en Cologne en 1306; en Worms la adoptaron en 1315; en Strasburg en 1316. En Inglaterra fue introducida de Bélgica entre 1320 y 1325. En los Estados Unidos y en otros países la solemnidad se celebra el domingo después del domingo de la Santísima Trinidad.

En la Iglesia griega la fiesta de Corpus Christi es conocida en los calendarios de los sirios, armenios, coptos, melquitas y los rutinios de Galicia, Calabria y Sicilia.

Finalmente, el Concilio de Trento declara que muy piadosa y religiosamente fue introducida en la Iglesia de Dios la costumbre, que todos los años, determinado día festivo, se celebre este excelso y venerable sacramento con singular veneración y solemnidad; y reverente y honoríficamente sea llevado en procesión por las calles y lugares públicos. En esto los cristianos atestiguan su gratitud y recuerdo por tan inefable y verdaderamente divino beneficio, por el que se hace nuevamente presente la victoria y triunfo de la muerte y resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.

miércoles, 2 de junio de 2010

Testimonio | misionero

...
CARTA DE UN MISIONERO ESPAÑOL
AL NEW YORK TIME

Abril, 2010

Querido hermano y hermana periodista:

Soy un simple sacerdote católico. Me siento feliz y orgulloso de mi vocación. Hace veinte años que vivo en Angola como misionero.

Me da un gran dolor por el profundo mal que personas que deberían de ser señales del amor de Dios, sean un puñal en la vida de inocentes. No hay palabra que justifique tales actos. No hay duda que la Iglesia no puede estar, sino del lado de los débiles, de los más indefensos. Por lo tanto todas las medidas que sean tomadas para la protección, prevención de la dignidad de los niños será siempre una prioridad absoluta.

Veo en muchos medios de información, sobre todo en vuestro periódico la ampliación del tema en forma morbosa, investigando en detalles la vida de algún sacerdote pedófilo. Así aparece uno de una ciudad de USA, de la década del 70, otro en Australia de los años 80 y así de frente, otros casos recientes… Ciertamente todo condenable! Se ven algunas presentaciones periodísticas ponderadas y equilibradas, otras amplificadas, llenas de preconceptos y hasta odio.

¡Es curiosa la poca noticia y desinterés por miles y miles de sacerdotes que se consumen por millones de niños, por los adolescentes y los más desfavorecidos en los cuatro ángulos del mundo! Pienso que a vuestro medio de información no le interesa que yo haya tenido que transportar, por caminos minados en el año 2002, a muchos niños desnutridos desde Cangumbe a Lwena (Angola), pues ni el gobierno se disponía y las ONG’s no estaban autorizadas; que haya tenido que enterrar decenas de pequeños fallecidos entre los desplazados de guerra y los que han retornado; que le hayamos salvado la vida a miles de personas en Moxico mediante el único puesto médico en 90.000 km2, así como con la distribución de alimentos y semillas; que hayamos dado la oportunidad de educación en estos 10 años y escuelas a más de 110.000 niños...

No es de interés que con otros sacerdotes hayamos tenido que socorrer la crisis humanitaria de cerca de 15.000 personas en los acuartelamientos de la guerrilla, después de su rendición, porque no llegaban los alimentos del Gobierno y la ONU. No es noticia que un sacerdote de 75 años, el P. Roberto, por las noches recorra las ciudad de Luanda curando a los chicos de la calle, llevándolos a una casa de acogida, para que se desintoxiquen de la gasolina, que alfabeticen cientos de presos; que otros sacerdotes, como P. Stefano, tengan casas de pasaje para los chicos que son golpeados, maltratados y hasta violentados y buscan un refugio. Tampoco que Fray Maiato con sus 80 años, pase casa por casa confortando los enfermos y desesperados. No es noticia que más de 60.000 de los 400.000 sacerdotes, y religiosos hayan dejado su tierra y su familia para servir a sus hermanos en una leprosería, en hospitales, campos de refugiados, orfanatos para niños acusados de hechiceros o huérfanos de padres que fallecieron con Sida, en escuelas para los más pobres, en centros de formación profesional, en centros de atención a cero positivos… o sobretodo, en parroquias y misiones dando motivaciones a la gente para vivir y amar.

No es noticia que mi amigo, el P. Marcos Aurelio, por salvar a unos jóvenes durante la guerra en Angola, los haya transportado de Kalulo a Dondo y volviendo a su misión haya sido ametrallado en el camino; que el hermano Francisco, con cinco señoras catequistas, por ir a ayudar a las áreas rurales más recónditas hayan muerto en un accidente en la calle; que decenas de misioneros en Angola hayan muerto por falta de socorro sanitario, por una simple malaria; que otros hayan saltado por los aires, a causa de una mina, visitando a su gente. En el cementerio de Kalulo están las tumbas de los primeros sacerdotes que llegaron a la región… Ninguno pasa los 40 años.

No es noticia acompañar la vida de un Sacerdote “normal” en su día a día, en sus dificultades y alegrías consumiendo sin ruido su vida a favor de la comunidad que sirve.

La verdad es que no procuramos ser noticia, sino simplemente llevar la Buena Noticia, esa noticia que sin ruido comenzó en la noche de Pascua. Hace más ruido un árbol que cae que un bosque que crece.

No pretendo hacer una apología de la Iglesia y de los sacerdotes. El sacerdote no es ni un héroe ni un neurótico. Es un simple hombre, que con su humanidad busca seguir a Jesús y servir sus hermanos. Hay miserias, pobrezas y fragilidades como en cada ser humano; y también belleza y bondad como en cada criatura…

Insistir en forma obsesionada y persecutoria en un tema perdiendo la visión de conjunto crea verdaderamente caricaturas ofensivas del sacerdocio católico en la cual me siento ofendido.
Sólo le pido amigo periodista, busque la Verdad, el Bien y la Belleza. Eso lo hará noble en su profesión.

En Cristo,

P. Martín Lasarte sdb
(Angola – domboscolwena@hotmail.com)

martes, 1 de junio de 2010

Corpus Christi | Obispo de Jaén


Carta Pastoral del Sr. Obispo de Jaén
LA IGLESIA ACOGE A LOS POBRES
«Corpus Christi, día de la Caridad»

El domingo, 6 de junio, celebramos la gran fiesta cristiana del Corpus Christi y la Iglesia en España celebra también el Día de la Caridad.

“Ofrece, sin pedir nada a cambio”, es el lema para esta jornada anual. Se pone este ofrecimiento generoso en relación directa con la Eucaristía.

En la Carta Apostólica Mane Nobiscum Domine explicaba el querido y venerado Pontífice, Juan Pablo II, que la Eucaristía no sólo es expresión de comunión en la vida de la Iglesia, sino también proyecto de solidaridad para toda la humanidad. En la celebración eucarística, la Iglesia renueva su conciencia de ser signo e instrumento de la íntima unión con Dios y de la unidad también del género humano.

Añadía el Papa que hay un aspecto que refleja especialmente la autenticidad y eficacia de nuestras celebraciones eucarísticas: si desde ellas nos vemos impulsados “a un compromiso activo por la edificación de una sociedad más justa y fraterna” (n. 27).

Esta es la razón fundamental de unir a las celebraciones de la solemnidad del Corpus Christi, el Día de la Caridad. Sin la Caridad, la Eucaristía será siempre un culto vacío, y la Caridad, sin la Eucaristía, se reducirá a pura filantropía y acción social. Para el cristiano el cuerpo de Cristo, partido y repartido, y su Sangre, derramada en la cruz, serán siempre su alimento espiritual como signo y fuente perenne de nueva vida. La Eucaristía es prenda de vida eterna (cf. Jn 8, 55) y manantial inagotable de amor fraterno.

Es el Hijo de Dios quien se nos ofrece sin pedir nada a cambio, y esa misma moneda de amor es la que el cristiano ofrece al necesitado, de bienes, de ideas, de sentimientos, de vida, de amor...

Los gozos y esperanzas, angustias y tristezas de los hombres y mujeres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres, deben encontrar siempre un eco sonoro y respuesta generosa en el corazón del discípulo de Cristo y de su Iglesia.

Desde los tiempos de Jesús, la comunidad cristiana, ha procurado estar siempre apoyando en los pobres de todos los tiempos. Sin los pobres, el mensaje de Jesucristo no se entendería. También en nuestros días caminamos los cristianos en esta dirección.

Decía hace pocas fechas, el Papa Benedicto XVI en su reciente viaje a Malta, y se lo decía a los jóvenes cristianos: “hemos de socorrer al pobre, al débil, al marginado. Tenemos que preocuparnos especialmente por los que pasan momentos de dificultad. Debemos atender a los discapacitados y hacer todo lo posible para promover la dignidad y calidad de vida en todos los que precisan ayuda. Debemos prestar atención a las necesidades de los inmigrantes y de quienes buscan asilo en nuestra tierra. Tender una mano amiga a creyentes y no creyentes. Es nuestra vocación del amor que hemos recibido...” (18 de abril de 2010). Pero antes había fundamentado este proceder cristiano: “en la muerte y resurrección de Jesús, que se hace presente cada vez que celebramos la Misa, en que ofrece a todos la vida en abundancia”.

Acercarnos al que se queja, aportar nuestro bálsamo, desprendernos de unos denarios, implica hacer el bien, hacer presente a Cristo en esos rostros y ver a Dios en sus vidas.

En estos momentos las peticiones a Cáritas nos desbordan. “Envíenos alimentos” me decía hace pocas fechas una voluntaria de Cáritas en una Parroquia. Se agotan los recursos para “dar de comer al hambriento” y, el Señor, en esos hermanos nos tiende su mano y solicita amor.

El programa organizado de la Caridad en nuestra Iglesia es la tarea de las Cáritas, en todo su conjunto. Gracias a sus responsables y voluntariado. Gracias por tanta generosidad en “ofrecer lo que tenemos, sin pedir nada a cambio”. La Caridad todo lo puede.

Con mi saludo agradecido y bendición.

RAMÓN DEL HOYO LÓPEZ
Obispo de Jaén

martes, 25 de mayo de 2010

El amor | 1Cor 13

Si hablara todas las lenguas de los hombres y los ángeles y no tuviese amor, soy como bronce que resuena o címbalo que retiñe; y si teniendo el don de profecía y conociendo todos los misterios y toda la ciencia, y tanta fe que trasladase los montes, si no tengo amor, no soy nada; y si repartiese todos mis bienesy entregase mi cuerpo al fuego, no teniendo amor, nada me aprovecha. El amor es paciente, el amor es servicial; no envidia, no se jacta, no es presuntuoso; no es descortés, no busca lo suyo, no se irrita, no piensa mal; no se alegra de la injusticia, sino que se complace en la verdad; el amor todo lo perdona, todo lo cree, todo lo espera, todo lo tolera. Todo pasará, menos el amor.

miércoles, 19 de mayo de 2010

Congreso Eucarístico | Toledo 2010

....
X CONGRESO EUCARÍSTICO NACIONAL

ORACIÓN

Señor, Padre Santo,
que nos has preparado el alimento de la Eucaristía;
envíanos la fuerza del Espíritu
que nos haga capaces de subir al Monte Santo
donde podamos entrar en comunión con tu Hijo.

Has que la Iglesia
guste siempre este alimento sustancial;
danos hambre de Jesucristo:
hambre de su Palabra
y hambre del Sacramento
de su Presencia permanente.

Que los fieles, saciados con este alimento
y guiados por el Espíritu Santo
construyan animosos su Reino
mientras esperan la vida eterna
y en majestad.

Concédenos un futuro asentado en tu Eucaristía,
bendice a tus sacerdotes
y haz que nuestra Iglesia sea rica en esperanza;
llama a muchos jóvenes al sacerdocio,
a la vida consagrada y al matrimonio cristiano,
para que todos podamos experimentar
el fruto de la redención.

Que la Virgen María,
Madre bendita de nosotros pecadores,
nos ayude a valorar la Carne y Sangre de Jesús
que ella misma tuvo en sus entrañas.

Que toda la Iglesia,
contemplando el tesoro
que también ella lleva en su interior,
pueda presentar al mundo a Jesucristo
como alimento y bebida de vida eterna.

Amén.

martes, 18 de mayo de 2010

Congreso Eucarístico | Lima 2010


I CONGRESO EUCARÍSTICO Y MARIANO

HIMNO

1. Son tu Cuerpo y tu Sangre, Señor,
maravilla y prodigio de amor.
Alimento del alma, riqueza sin par,
divino majar (bis).

___Coro

___Eucaristía, divino alimento,
___celestial sustento para caminar.
___Eucaristía, divino alimento,
___don del cielo para el mundo entero.
___Sacramento, divino manjar.


2. Anunciamos tu muerte, Señor,
proclamamos tu resurrección.
De tu altar recibimos la fuerza,
el valor para la Misión (bis).

3. Sacerdotes, ministros de luz,
consagrados por Cristo Jesús.
A sus manos desciendes al oír su voz,
Cordero de Dios (bis).

4. En tu seno Jesús se encarnó,
Oh, María, Sagrario de Dios.
Pura, Llena de Gracia, Madre Virginal,
Reina Celestial (bis).

Congreso Eucarístico | Morelia 2008

IV CONGRESO EUCARÍSTICO NACIONAL

HIMNO

Es Jesús el Misterio Pascual
del Domingo y de todos los días;
es el lazo de amor que nos une,
el Viviente de la Eucaristía.
Ser amado por Dios y saberlo
es mi fiesta y suprema alegría,
que jamás me separe de Ti,
mi Señor, el amor sin medida.

Es Jesús nuestro encuentro de fe,
que, al mostrarse, el camino ilumina;
es el rostro de todos los hombres,
es el rostro de Dios, que en Él brilla.
Soy discípulo, soy misionero,
mi bautismo el envío acredita;
que el convite de Cristo inmolado
lo anunciemos cual Buena Noticia.

Don del Padre, la flor de sus dones,
don precioso de vida infinita,
Sacramento de Dios encarnado,
que a vivir como hermanos convida.
Con ternura abracemos el mundo,
donde hay sangre, curemos heridas:
que de amor es la fe que nos nutre,
Pan de amor es el Pan de la vida.

Coro

Contemplando tu rostro glorioso,
Te adoramos en la Eucaristía
Pan de vida, Jesús, te llamaste
sé la vida de nuestras familias.
Pan de vida, Jesús, te llamaste
sé la vida de nuestras familias.

Estrofas

Celebrando en familia la Pascua,
pan y vino Jesús ofrecía,
y con ellos su vida nos daba,
consagrada en comida y bebida.
Ven, Iglesia, familia de Dios
a saciarte de vida divina:
todos juntos vayamos, hermanos,
a la mesa del pan de la vida.

Congreso Eucarístico | Chimbote 2007

IX CONGRESO EUCARÍSTICO NACIONAL

HIMNO

OH DIOS, MI DIOS

Cristo ofrece en el calvario
Su dolor, amor y paz
Cuerpo y sangre convertido
En el pan de la unidad.

Oh Dios mi Dios, Tú eres el pan
Que sacia el hambre del amor
Pedimos hoy que la unidad
Nos la entregues. Tú, Señor.

Por la vida caminamos
Anhelamos que el amor
Llegue a nuestros corazones
Por la gracia del Señor.

Caminaban doloridos
Por la muerte del Señor
Sin pensar en la promesa
Del Mesías redentor.

Tú Señor al acercarte
Caminando hacia Emaús
Diste vida a los amigos
Con la fuerza de tu luz.

Quédate porque anochece
Porque el día se termina
Quédate junto a nosotros
Tu Señor, de nuestras vidas.

Y en la mesa del encuentro
Jesucristo parte el pan
Y los dos por fin, comprenden
Que el Maestro vivo está.

domingo, 16 de mayo de 2010

Congreso Eucarístico | Brasilia 2010

XVI CONGRESO EUCARÍSTICO NACIONAL

ORACIÓN

Señor Jesús, ¡Tú eres el Camino!
En medio de las sombras y luces,
alegrías y esperanzas,tristezas y angustias,
Tú nos llevas al Padre
No nos dejes caminar solos
¡Quédate con nosotros, Señor!

¡Tú eres la Verdad!
Despierta nuestras mentes
y haz arder nuestros corazones con Tu Palabra.
Que ella ilumine y conforte los corazones sedientos de justicia y santidad.
¡Ayúdanos a sentir la belleza de creer en ti!
¡Quédate con nosotros, Señor!

¡Tú eres la Vida!
¡Abre nuestros ojos para que te reconozcamos
al "partir el pan", sublime sacramento de la Eucaristía!
Aliméntanos con el Pan de la Unidad.
Sosténnos en nuestras debilidades.
Consuélanos en nuestros sufrimientos,
Haznos solidarizarnos con los pobres, los oprimidos y excluidos.
¡Quédate con nosotros, Señor!

Jesucristo, Camino, Verdad y Vida
Con la fuerza del Espíritu Santo¡
Haznos tu discípulos misioneros!
Con la humilde sierva del Señor, nuestra Madre Aparecida, queremos ser:
¡Alegres en nuestro caminar hacia la tierra prometida!
¡Valientes testigos de la Verdad que libera!
¡Promotores de la Vida en plenitud!
¡Quédate con nosotros, Señor! ¡Amén!

lunes, 1 de febrero de 2010

Padre Nuestro | castellano

..
Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu Reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.

Danos hoy
nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.

Amén.

domingo, 31 de enero de 2010

Padre Nuestro | inglés

Our Father,
who art in Heaven,
hallowed by Thy name,
Thy kingdom come,
Thy will be done
on earth as it is in Heaven.

Give us this day our daily bread,
and forgive us our trespasses
as we forgive those who trespass against us.
And lead us not into temptation
but deliver us from evil.

Amén.